La asiática acarició suave y largamente la polla con su lengua, sin olvidar también los huevos. Trabajó cada milímetro, mientras gemía tan lánguidamente que su compañero quería follarla. Su polla cabía entre sus hermosos pechos, y sus rosados pezones se hinchaban. Se tumbó y quiso que se corriera dentro de ella. Acabar sobre su barriga le producía un placer especial. Se acarició la polla con la mano. Ojalá tuviera una asiática así, porque son todas tan temperamentales.
Qué hijastra más cariñosa, ¡como Cenicienta! Y aunque vino a trabajar para su padrastro para bombear para los zapatos nuevos, pero todavía no de forma gratuita para exigirlos. Eso es lo que me gusta de este tipo de educación, cuando las chicas se forman para ganar, no para gorronear. Es agradable para el hombre y se divierte su coño. Y tragar, todo el mundo traga, putas y amas de casa por igual. Estaría bien dejarle hacer cosquillas en los testículos.
Dame la dirección